Mi día a día ha cambiado, afirma para empezar, dado que justo antes de la pandemia asumí la responsabilidad de grandes cuentas a nivel europeo, lo que significa más viajes en avión que en coche y más coordinación. Y desde el 1 de enero soy el director comercial para toda Europa, lo que me obliga a tener mucha más organización y contacto con mis compañeros. Pero mantengo la responsabilidad sobre España, algo que me encanta. No en vano, lleva trabajando para Allison en España desde 2002, aunque vivo aquí desde 1996, a pesar de que por mi acento no lo parezca.
- ¿Cuál es su actual cartera de producto?
Allison es conocida por sus cajas de cambio automáticas con convertidor de par. Comenzamos en 1915, y nuestro fundador también lo fue del circuito de Indianápolis. Durante las grandes guerras, Allison se dedicó a cuestiones aeronáutica, pero seguimos haciendo las cajas con convertidor para vehículos pesados que tienen que enfrentarse a los trabajos más severos, en todos los segmentos: camiones, autobuses, defensa, furgonetas, vehículos fuera de carretera, de emergencia Ahora, también estamos muy enfocados hacia la propulsión eléctrica y de pila de combustible, adaptando nuestra oferta porque es lo que demanda el mercado.
- ¿Con qué tres palabras definiría la compañía?
Fiabilidad, productividad y maniobrabilidad. La fiabilidad la hemos demostrado durante muchos años, y así lo avalan los clientes, gracias a que contamos con menos componentes que otros productos similares. La productividad se traduce en eficiencia, la clave de cualquier negocio, reduciendo el consumo (un aspecto que es esencial en todos nuestros desarrollos) y permitiendo hacer más trabajo en menos tiempo. Y la maniobrabilidad permite afrontar las tareas en vehículos pesados con mayor facilidad, incluso para conductores menos expertos.
- ¿En qué ha cambiado el negocio estos últimos 20 años?
Cuando empecé, regía la norma Euro 3, lo que da una idea de esa evolución. Los vehículos han mejorado de manera increíble en cuanto a eficiencia y emisiones. Allison, por su parte, ya está en la sexta generación de la gestión electrónica de los cambios, avanzando a la par de los vehículos. El mercado es mucho más receptivo hacia las transmisiones automáticas, e incluso es capaz de diferenciarla de una caja robotizada. Y no me quiero olvidar de la colaboración cada vez más estrecha con los fabricantes, aunque mi labor está más dirigida a la comercialización con el cliente final.
- ¿Qué puede comentar sobre 2022 y 2023, desde el punto de vista de los resultados?
Todos estamos tratando de dejar atrás la crisis generada por la pandemia, y su incidencia en los suministros y los plazos de entrega. Si no se venden camiones, cajas de cambio tampoco. A pesar de todo ello, nuestro resultado en ese periodo fue bueno y ligeramente por encima de las previsiones, ya que nuestras cajas automáticas se incorporaron a vehículos clave durante el Covid. Esto nos ha colocado a cierre de 2022 en unos niveles aceptables. De cara a 2023, los primeros datos con los que contamos nos dicen que vamos en esa misma dirección positiva que nos permite mantener la tendencia del año pasado. El volumen de matriculaciones crecerá y eso arrastra a toda la cadena, somos optimistas.
- ¿Qué diferencias aprecia entre el mercado nacional y otros europeos?
Para Allison, España es uno de los mercados más importantes en volumen, aunque destacaría que en España hay mayor presencia de vehículos propulsados por gas respecto a otros países, lo cual es una ventaja para nosotros, porque la combinación de nuestro producto con esos motores es muy eficiente: la multiplicación de nuestro par se traduce en un mayor rendimiento.
- Sin embargo, parece que esa presencia del gas en las flotas irá en descenso.
Los altos precios del gas no son favorables a esta presencia, un elemento negativo por el momento, aunque no tenemos cuantificado el impacto que pueda suponer para nosotros a corto y medio plazo.
(La segunda parte de la entrevista será publicada la próxima semana)
